CORRUPCIÓN EN EL INCAA

INCAA
El INCAA es una de las instituciones menos transparentes de Argentina actual.

 

El pasado 24 de mayo salieron a la luz nuevos hechos de corrupción ocurridos en el INCAA. En esta oportunidad se trató de una malversación de fondos (6,5 millones de pesos) adjudicados al gasto de fotocopias durante sólo 4 meses.  Lamentablemente no es la primera vez que los argentinos debemos pagar de más a la hora de mantener al Instituto Nacional del Cine. Este ente público, que se mantiene exclusivamente con dinero estatal, es célebre por ser una de las instituciones menos transparentes de la actualidad. Por tal motivo es necesario que la sociedad civil se mantenga informada sobre la evolución de los hechos.

 

EL INCAA: UNA PROMESA INCUMPLIDA

 

Independientemente de los casos de corrupción descritos, es necesario analizar los costos y beneficios de mantener esta institución. Repasemos un poco su historia.

 

El INCAA es la continuación del INC, el cual fue fundado en el año 1968 durante un gobierno de facto. Aquel ente estatal, contrario a la democracia, pretendía fomentar el cine argentino, con el fin último de adoctrinar a la población civil en la ideología del dictador de turno. Un criterio, por cierto, repetido por algunos gobiernos democráticos. Durante la “década ganada” el contribuyente argentino financió verdaderas joyas de la propaganda política. Un gran ejemplo fue el caso de “Néstor Kirchner: la película”.

 

De cualquier modo, la forma correcta de analizar la eficiencia del INCAA, a la hora de cumplir su objetivo y fomentar el cine argentino, es examinando la porción de mercado que representa la venta de películas subsidiadas por el estado y su costo.     

 

EL FRACASO DEL INCAA A LA HORA DE PROMOVER EL CINE NACIONAL

 

Es mi deber advertirle al lector que a continuación no habré de contar buenas noticias.

 

Como bien expliqué en artículos anteriores sobre la materia, el INCAA se financia con el dinero sustraído al contribuyente argentino mediante dos vías. La primera es un impuesto sobre el 10% de la entrada abonada. La segunda, es la explotación de un bien estatal (el espacio radioeléctrico).

 

Con este dinero se subsidia alrededor de 200 películas por año, por un costo nunca inferior a los $427.340.812. Sin embargo, a pesar de la sobre producción  y gasto de dinero, la audiencia argentina no suele consumir este producto.

 

El año pasado se vendieron 47,6 millones entradas de cine. De la grilla disponible, el cine extranjero logró vender 41,6 millones de entradas (el 87,36%). A su vez, las 10 películas argentinas más vistas (11% del total de ventas) fueron coproducciones extranjeras. Así es. Ocho de estas películas fueron financiadas por Disney. Las otras dos son producciones de Fox, y Warner. Esto significa que las películas subsidiadas exclusivamente por fondos del INCAA representan menos del 1,4% del total de la entradas vendidas en Argentina.    

 

¿ES NECESARIO MANTENER AL INCAA?

 

A la luz de los hechos de corrupción e ineficiencias del INCAA revelados en el presente artículo es necesario que nos hagamos la siguiente pregunta: ¿Es correcto mantener un ente público padeciente de irregularidades y que no cumple con sus objetivos?

 

La respuesta lógica sería un rotundo “no”.

 

Desde el punto de vista pragmático, es ineficiente seguir gastando esfuerzo, tiempo y dinero en una institución que ha demostrado tamaña incapacidad. A su vez, desde el punto de vista moral, es injusto que la totalidad de argentinos subsidie un producto que no desea consumir. Producto, por cierto, elaborado por los estratos más acomodados de nuestra sociedad. Un verdadero caso modelo de pobres subsidiando a ricos en nombre de una cultura que no penetra en nuestros corazones.

 

Aún peor es darse cuenta que el INCAA atenta contra la libertad del individuo. El espectador vota todos los días con su bolsillo. Corona a las películas que satisfacen sus necesidades, y manda a la quiebra a las películas que no pueden ofrecer un estándar de calidad acorde a sus preferencias. El subsidio a las películas carentes de audiencia vulnera este derecho al voto y distorsiona el mercado.

 

Por estos motivos es que me opongo a la financiación del INCAA. Una postura que tomo desde mi humilde lugar de espectador y contribuyente.

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