El Estado no te salva. La engañosa propaganda de Aerolíneas Argentinas

Las pandemias hacen florecer las mayores bajezas de la clase política. Así, mientras los argentinos padecen el encierro involuntario, los diputados se reparten dinero ajeno para hacer caridad. Por su lado, los kirchneristas ya han preparado su retórica para justificar la falta de recorte del gasto público.

 

Así, en esa inteligencia, aparece la campaña de lavado de cara de Aerolíneas Argentinas. Una aerolínea de bandera que, con su enorme déficit y mediocre servicio, le ha dado más de un dolor de cabeza al Estado Nacional.

 

Según la propaganda oficialista, Aerolíneas Argentinas está rescatando a los argentinos varados por todo el mundo, asilados por culpa de una pandemia global. Sin embargo, la realidad es muy diferente.

 

La gran estafa nacional y popular

 

Donde algunos ven una crisis, otros ven una oportunidad. Y si hay algo que se le puede reconocer a la clase política argentina es su sentido del oportunismo, aunque siempre sea a nuestras expensas. Tal es el caso de la pandemia y los vuelos comerciales. 

 

Ante la crisis del coronavirus (COVID19-tr) Aerolíneas Argentinas decidió cancelar sus vuelos a países de riesgo a partir del día 10 de marzo. Sin embargo, esta decisión no afectaba a la mayoría de los turistas argentinos, ya que habían decidido  viajar con otras compañías. Por tal motivo, y quizás de modo prematuro, el gobierno argentino decidió cancelar por 30 días los vuelos extranjeros, a partir del día 12 de marzo.

 

Esta decisión del ejecutivo dejó varados a miles de argentinos en el exterior, quienes no podían volver al país con los pasajes que ya habían comprado a las aerolíneas privadas o de bandera. Fue en ese momento que se gestó esta verdadera estafa propagandística.

El falso rescate

A partir del 18 de marzo el gobierno argentino autorizó exclusivamente a Aerolíneas Argentinas a repatriar a los argentinos en el extranjero. En pocas palabras, le cedió un monopolio de un servicio que el mercado ya había satisfecho con anterioridad. Y no sólo eso, sino que le dió a la clase política la oportunidad de vender una épica nacionalista a favor del Estado gigante. 

 

El negocio es redondo. Aerolíneas Argentina le cobra a sus pasajeros un precio sin competencia como único oferente. Además, el déficit de esta gestión se lo traslada al contribuyente, lo que le da la oportunidad de pedir más subsidios. Y por si todo esto fuera poco, los aeropuertos argentinos le cobran la tasa aeroportuaria a los aviones de la competencia, ya que no pueden escapar del aeropuerto por falta de permiso la ruta aérea. 

 

Un verdadero negocio redondo para la clase política, que no se limitó a expoliar los argentinos varados fuera del país.   

 

Perdidos en Tierra del Fuego (y otros lugares dentro de Argentina)

 

Un caso paradigmático de esta estafa dentro del territorio nacional es Tierra del Fuego. Por una precoz decisión del gobernador Gustavo Melella, esta fue la primer provincia en decretar la cuarentena. Así, desde el martes 17 de marzo se decretó el cierre de los ingresos terrestres y la cancelación de vuelos, dejando  a la isla incomunicada del continente.

 

Esta decisión ejecutiva dejó a 34 pasajeros de Norwegian Airlines y Jet Smart varados en el sur argentino. Muchos de estos turistas eran argentinos y tenían  pasajes de regreso para el día domingo, por un valor entre $5.000 y $8.000 por persona. Las aerolíneas no tenían recursos legales para rescatar a sus pasajeros, más allá de ofrecerles un cambio de fecha, y a su vez, los pasajeros corrían riesgo de perder el dinero de sus pasajes por fuerza mayor, a causa de la decisión del soberano.

El limbo del sur

El calvario de estos turistas recién había comenzado. Luego de tres días sin respuestas claras por parte del gobierno, el jueves la secretaría de turismo les anunció que tendrían una única oportunidad de tomar un vuelo a Buenos Aires el viernes, antes de la cuarentena nacional decretada por el presidente. La única aerolínea autorizada para esta ruta era Aerolíneas Argentinas, por un precio de $12.700. Sin embargo, aquellos que decidieron viajar se llevaron una gran sorpresa. Al momento de hacer de hacer la compra el valor del pasaje había subido a  $14.525 sin equipaje y $15.725 con equipaje. 

 

Esta solución resultó ineficiente, además de abusiva. En primer lugar, porque no todos los turistas son de Buenos Aires. Y En segundo lugar, porque el elevado precio se volvió un impedimento para algunos de los afectados por la cuarentena adelantada. 

 

Cabe destacar que esta escena se repitió en otros puntos del país. Tal es el caso de Jujuy, donde los pasajes monopólicos llegaron a valer incluso $20.000.

 

El déficit de Aerolíneas Argentinas

 

A pesar del reciente monopolio del espacio aéreo, cabe destacar que Aerolíneas Argentinas es una empresa deficitaria. Si no fuera por el dinero del contribuyente la aerolínea de bandera ya hubiera entrado quiebra. Así, en 2019 la empresa reportó un déficit operativo de 1.650 millones de pesos. Por otro lado, en febrero de este año la nueva administración prometía un déficit de 570 millones de dólares. Una cifra que obviamente será excedida en el contexto actual. 

 

En tal sentido, el actual presidente de Aerolíneas Argentinas ya avisó que el gobierno le aumentará los subsidios. Lo cual, obviamente, significa no sólo un mayor gasto público, sino también un menor estímulo para lograr la eficiencia de esta empresa del Estado. 

 

Una oportunidad para hacer populismo

 

Como puede observarse, el Estado Argentino creó un problema para luego ofrecer una solución insatisfactoria. Sin embargo, lo peor del caso es la retórica que pretende instalar el peronismo. Varios funcionarios kirchneristas (algunos relacionados con el manejo fraudulento de la aerolínea de bandera) ya comenzaron con una campaña de justificación del gasto. El objetivo es hacer pasar esta verdadera estafa por una gesta heroica a favor del pueblo. 

 

A modo de ejemplo, Mariano Recalde hizo circular un video sobre la épica de buscar argentinos en el exterior. El leitmotiv de la campaña es una supuesta solidaridad, obviamente sin dar explicaciones sobre los costos. Mientras tanto, la militancia rentada, bajo el comando de Cristina Kirchner, inició una campaña de odio y resentimiento contra aquellos “chetos” mal agradecidos que fueron “rescatados”. Una obra maestra del resentimiento de clase que le daría envidia al mismísimo Stalin. 

 

Por su lado, la cancillería de Felipe Sóla intentó culpar a las aerolíneas privadas, lo cual fue rechazado en redes sociales por las propias aerolíneas y los usuarios. En ese mismo orden de ideas, desde el kirchnerismo intentaron imponer el slogan “te salva el Estado, no el mercado”, como estrategia de propaganda, previo al inminente colapso económico que le espera al gobierno luego de la pandemia.  

 

Un espacio aéreo cerrado para todos… excepto para los políticos

 

Parafraseando al genial George Orwell “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”. Al parecer en Argentina tenemos dos clases de ciudadanos. Los contribuyentes por un lado, y por el otro los políticos y sus amigotes. 

 

Mientras los argentinos padecemos la cuarentena obligatoria, que nos impide producir y ganarnos el sustento, las restricciones no aplican para la casta política. El cierre de las rutas aéreas no fue impedimento para que Cristina Kirchner volviera de Cuba con su hija. Tampoco fue impedimento para criticar a los “chetos” que se fueron al exterior, como ya vimos. 

 

Otro que parece formar parte de esta nueva realeza es Marcelo Tinelli, quien pudo viajar sin limitaciones. Al parecer él y su familia deben ser inmunes a la enfermedad. 

 

El mercado al rescate

 

Finalmente, como era de esperarse, la propaganda política no fabrica aviones. Y Aerolíneas Argentinas no dió abasto en su noble misión de salvarnos la vida. Por tal motivo, a partir del día de ayer el gobierno le permitió a las empresas low cost ir a buscar a los argentinos varados en Brasil. Curiosamente estas mismas empresas ya estaban ofreciendo a sus clientes la posibilidad de cambiar las fechas de sus pasajes, para facilitar su regreso.

 

Quizás sea hora de que la clase dirigente haga un mea culpa y aprenda de una vez la lección. El Estado no es un proveedor. Sólo es un árbitro excedido en sus funciones.

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